✍️ El juego que me ha hecho volver a tomar apuntes

Hola,

Hay juegos que te gustan.
Otros que te enganchan.
Y unos pocos —muy pocos— que te obligan a cambiar cómo juegas.

Hoy quiero hablarte de uno de esos.
No es el más famoso (aunque lleva unos días en boca de mucha gente).
Ni el más grande (aunque su universo es enorme, a capas, como una cebolla).
Pero desde que lo he probado, no he podido sacármelo de la cabeza.
Y necesito contártelo.

Se llama Blue Prince.

No voy a destriparte nada.
Solo te contaré lo justo para que entiendas por qué estoy así.

En Blue Prince entras cada día en una mansión.
Y cada día, la mansión es distinta.
Empiezas en el vestíbulo y, puerta a puerta, vas eligiendo cómo construir el camino.
Tu objetivo: encontrar la habitación número 46.
El problema: la casa solo tiene 45.

A simple vista, suena a puzzle procedural.
Una mecánica ingeniosa.
Pero te prometo que no va de eso.

Va de atención.
De memoria.
De cómo aprendes a mirar.
Y de cómo cada pequeño detalle puede ser la clave de algo mucho más grande.

Al principio abres habitaciones.
Luego empiezas a leer los cuadros.
Después haces capturas.
Y antes de darte cuenta…
estás tomando notas a mano para no olvidar pistas que aún no sabes cómo usar.

No por dificultad.
Por respeto.
Porque el juego te hace sentir que todo lo que descubres lo has ganado tú.

Me recuerda a Outer Wilds, a Obra Dinn, incluso a Inscryption.
Pero en realidad no se parece a ninguno.
Es una experiencia tan íntima como cerebral, tan misteriosa como lógica, tan generosa como desafiante.

Y lo mejor es que está disponible gratis en PS Plus Extra/Premium y Game Pass.
Solo en inglés, eso sí.
Pero si te ves con ánimo de investigar, anotar y compartir con alguien (sí, es ideal para jugar “a la vez” con un amigo y comentar avances)... creo que vas a vivir una de esas experiencias que no se olvidan.

Blue Prince no se juega con prisas.
Ni con guías.
Se juega con paciencia, curiosidad y una libreta cerca.

No te lo digo como fan.
Te lo digo como alguien que lleva 15 horas, doscientas capturas, una libreta llena de notas… y aún siente que no ha visto ni la mitad.

Y eso, en 2025, no pasa todos los días.

— Alfonso